Dos monjas salieron del convento a vender galletas.
Una era la Hermana Matemática (M), y
otra la Hermana Lógica (L)
M - Está empezando a caer la noche, y aún
estamos muy lejos del convento.
L - Hermana, ¿Se ha dado cuenta de que
nos sigue un hombre hace media hora?
M - Sí, y qué será lo que quiere?
L - Es lógico. Nos querrá violar.
M - ¡Dios Mío!. Calculo que si continuamos
caminando a este ritmo, nos alcanzará dentro de 15 minutos. ¿Qué podemos hacer?
L - La única cosa lógica que podemos
hacer es caminar más rápido!!!
M - No está funcionando!!!
L - Claro que no! Él hizo la única cosa
lógica que se podía hacer! Él comenzó también a caminar más rápido!!!
M - Y ahora, ¿Qué vamos a hacer? ¡¡¡Nos
alcanzará en un minuto!!!
L - La única cosa lógica que podemos
hacer es separarnos. Usted vaya por aquel lado, y yo para este otro. ¡No podrá
seguirnos a las dos!
Entonces, el hombre decidió seguir a la
Hermana Lógica. La Hermana Matemática llegó al convento, preocupada de lo que
pudiera haberle ocurrido a la Hermana Lógica. Al cabo de un rato, llegó la
Hermana Lógica.
M - ¡Hermana Lógica! Gracias a Dios que llegó
usted. Cuénteme qué ocurrió.
L - Ocurrió lo lógico. El hombre no
podía seguir a las dos, por lo que optó por seguirme a mí.
M - ¿Y qué ocurrió después?
L - ¡Lo lógico!. Yo comencé a correr lo
más rápido que pude, y él tambien.
M - ¿Y?
L - De nuevo lo lógico. Me alcanzó.
M - ¡Dios Mío!. ¿Y qué hizo Vd.?
L - Hice lo lógico. ¡Me levanté el hábito!
M - ¡¡¡Dios Mío, Hermana!!! ¿Y qué hizo el
hombre?
L - Él también hizo lo lógico. ¡¡¡Se
bajó los pantalones!!!
M - ¡Oh, no!. ¿Qué ocurrió después?
L - ¿Acaso no es obvio, Hermana? ¡Una
monja con el hábito levantado corre mucho más deprisa que un hombre con los
pantalones bajados.